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lunes, 5 de enero de 2009

NO TE PREOCUPES

Hola a todos!
Como ya lo había anunciado hace un tiempo, seguiré compartiendo con ustedes, algo más acerca del ReiKi.
Les dije que continuaría con los PRINCIPIOS DEL REIKI, ésos que están en la barra a la derecha de la pantalla.
Haré 5 entregas con un PRINCIPIO por cada una.
En este primer principio quiero destacar un par de cosas que en más de una oportunidad, muchos, me han sentido decir: 1) la diferencia del "para qué" y el "por qué"; 2) el aprender a reírse de uno mismo.
Es un texto algo extenso pero les sugiero que lo lean hasta el final.
Como siempre les aclaro que este texto está tomado de los cursos del Master ReiKi Roberto Arrigoni.
Para comenzar un año distinto...
Baci, Steki.

LOS CINCO PRINCIPIOS
Aunque no hay una jerarquía en los principios y su ordenamiento secuencial no responde a preeminencia alguna, nos detendremos más en los alcances de este primero por ser el que, en cierta manera, engloba a los demás y contiene el alcance holístico de nuestros pensamientos, sentimientos y actitudes ante la vida.

1º: Sólo por hoy no te preocupes
Todos, de un modo u otro, constatamos como un mal de nuestros tiempos una equivocada concepción del “Carpe Diem” (vivir el presente), tan valorado en la antigüedad. Vivimos desconectados del pasado, de las raíces y sin futuro, sin proyectos, sin esperanzas. El vértigo del cambio ha sido incorporado a nuestro ser mismo. Necesitamos probarlo todo, todo tiene sentido de perentorio e impostergable. La avidez por devorar experiencias nos impide gozarlas. La incapacidad de gozar de la vida nos hace más ávidos, generando un vértigo constante. Todo es descartable. La fugacidad del mundo, que en otro momento se lograba negar por un mecanismo psicológico, hoy se la supera creando imaginariamente un infinito de fugacidades. Resulta difícil proclamar la necesidad de algo absoluto e inmutable. “Todo cambia… Todo cambia”. Lo esencial, lo vital, pasa por vivir en el cambio permanente, por el cambio mismo.
Pero, paradójicamente, en tanto buscamos desentendernos, vivimos tensionados por dos polos que son constitutivos del ser humano y que son fuente de preocupaciones: el pasado, del que tendemos a evocar especialmente los momentos oscuros y negativos, y el futuro, que se nos presenta como abrumante y nos desasosiega. La tendencia a instalarnos en los extremos, en los polos del pasado y del futuro, nos impide vivenciar que el presente es el tiempo propicio donde acontecen -muchas veces de modo casi imperceptible- hitos trascendentes en nuestro peregrinar.
La propuesta del Sólo por hoy no te preocupes en relación al pasado, nos invita a abandonar los remordimientos, inquietudes, sentimientos de culpabilidad o deseos de borrar de nuestra historia lo que consideramos nuestras “malas acciones”. Ante el recuerdo de las mismas, más que atormentarnos o negarlas, necesitamos comprender –con Amor Compasivo e Incondicional hacia nosotros mismos- que en aquel momento concreto, actuamos según nuestros condicionamientos de entonces y que lo que hicimos o dejamos de hacer fue, en gran medida, el resultado de nuestra comprensión de la vida en ese momento.
Y no sólo es necesario no tener remordimientos, dejar de lado lo que nos inquieta o no “revolcarnos” en la culpabilidad ni ignorar lo que estuvo mal, (sentimientos siempre opresores y paralizantes), sino que hemos de dar, conducidos por el Amor Compasivo e Incondicional, un paso más. Ese paso consiste en elevar una acción de gracias por las enseñanzas que encierran, como un don especial, las “equivocaciones” de nuestra vida. Así, las fallas y los errores son la gran oportunidad de aprender para que no vuelva a repetirse en un “Sólo por hoy” constantemente renovado.
Del mismo modo, este primer principio nos propone desprendernos de las preocupaciones obsesivas por el futuro. Aunque nos parezca extraño, en gran parte, nosotros mismos somos artífices de ese futuro y las situaciones que vivimos, aún las que juzgamos como adversas y vivenciamos como dolorosas, si aprendemos a descubrir en ellas el sentido que contienen, nos moldean y nos permiten crecer. Descubrir el sentido nos orienta en la búsqueda del “para qué” suceden las cosas y nos aparta del círculo vicioso y sin salida en el que caemos cuando pretendemos entender el “por qué”.
Habitualmente la preocupación es considerada sinónimo de realismo. Sin embargo, el auténtico realismo es aquel que no nos roba la capacidad de esperar contra toda esperanza. Por eso afirmamos que en general la preocupación tiene su origen en el miedo a una situación concreta o a un futuro incierto. Como hemos mal identificado miedo con prudencia y prudencia con no hacer algo por temor a equivocarnos, hemos ahora de desandar el camino. El miedo es una sensación que inevitablemente nos acompañará en nuestro camino de crecimiento y evolución y para avanzar debemos correr riesgos. Dado que el miedo es una realidad humana, necesitamos “amigarnos” con él desde una actitud de poder (no de prepotencia ni de temeridad). Esta actitud de poder se logra con un trabajo interior paciente y cotidiano de autoestima, de amor, de confianza en nosotros mismos, en los demás, en Dios. Este trabajo dará poco a poco sus frutos permitiéndonos transitar los distintos eventos que se nos presenten, con serena humildad y sencilla fe, son ostracismos y sin hacer alarde de fuerzas.
Cuando algo nos preocupe entonces tenemos que “mirar” esa preocupación desde una perspectiva distante, como si fuese de otra persona, y decidir si tiene peso suficiente el motivo que nos preocupa. Si entonces nos damos cuenta de que nosotros hemos dado o estamos dando demasiada importancia a la situación concreta que nos llevó a la “pre-ocupación” –es decir, que estamos hipotecando nuestro presente y nuestro futuro, dramatizando exageradamente aspectos no demasiado relevantes- lo mejor es saber reírnos de nosotros mismos y pensar que la vida continuamente nos está dando oportunidades de manifestar alegría y amor. Sumerjámonos en estas situaciones y disfrutemos de ellas con alegría y con gozo. Pero puede ser que nos encontremos con poderosas razones para estar preocupados. Entre otras, los desencuentros y las rupturas familiares, la muerte trágica o inesperada de un ser querido, la falta grave de trabajo… Es bueno entonces que podamos manifestar exteriormente esta preocupación, con personas que puedan escucharnos, ya sea con el lenguaje de las palabras o de los gestos, para desbloquear lo máximo posible la energía negativa. Salgamos de nosotros mismos y contemplemos cómo, pese a todo, la vida fluye aquí y ahora, siendo nosotros parte viva de ese gran tejido. Es más, nuestra vida es una continua sucesión de situaciones, unas nos alegran, otras nos abruman. Pero todas tienen una enseñanza y nuestra tarea cotidiana consiste en buscar y encontrar el sentido de lo que nos sucede, es decir, el para qué, que orienta nuestra misión en este mundo.
Una alternativa recomendable ante la adversidad es reconocer y llamar por su nombre al problema que se nos presenta, incluso cuando nos muestra su peor perfil. Y aunque lo percibamos claramente como negativo, creamos firmemente que puede producir frutos insospechados. Seguramente, cada uno de nosotros puede constatar vivencialmente que los acontecimientos más dolorosos, inexplicables y contradictorios de nuestras existencias, han sido la mejor escuela. Ellos nos han liberado de nuestro ego autosuficiente, omnipotente y nos han sensibilizado fraternalmente con nuestro prójimo.


Wagner - Tanhäuser - Overture 1/2

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