
En el almanaque de las celebraciones romanas, el Día de los Enamorados se festejaba el 15 de febrero y tenía como "patrono" a Fausto Luperco, dios pastoral de la fertilidad, que tomó su nombre de Luperca, la loba que amamantó a Rómulo y Remo.

Los sacerdotes de su cofradía, los "luperci", hacían ese día una curiosa procesión en torno al Palatino: desnudos y blandiendo un rebenque de cuero de cabra, azotaban a las mujeres que se les cruzaban, con la excusa de que así las volverían fecundas.
Luego la ceremonia varió: los 14 de febrero ellas depositaban sus nombres en una urna y el 15 cada varón extraía uno. Así se conformaban las parejas para asegurar la descendencia.
En Grecia, también el 15 de febrero, se celebraba al dios Pan quien -según creían- violaba en los bosques a cuantos pasaran, sin reparar en edad ni sexo, de donde surgió la palabra "pánico".
Los rituales en honor a Pan y a Luperco estaban llenos de furor sexual: presagiaban la relativa cercanía de la primavera y lo peor era que los antiguos cristianos no se los perdían.
Esto motivó a la Iglesia católica a meter baza: siguiendo las indicaciones de Pablo sobre la conveniencia de yuxtaponer las celebraciones cristianas a las paganas para borrar a estas últimas, el papa Gelasio introdujo en 498 el Día de San Valentín.
Lo fijó para el 14 de febrero, adosado a la lupercalia del 15, y con tan buena suerte que ya nadie recuerda a Pan ni a Lupercus, ni a los azotes.
En 1969, quizá porque ya había rendido sus frutos, San Valentín fue borrado del calendario eclesiástico, lo que no quita que siga siendo celebrado en algunas parroquias.
La decisión fue tomada debido al origen incierto de las diversas leyendas que lo rodean y que, se sospecha, fueron inventadas en la Edad Media.
Aunque hubo al menos cuatro mártires llamados Valentín, se cree que Gelasio habría instaurado como patrón de los enamorados a quien fue obispo de Interamna, hoy Terni. Había nacido en Roma durante el siglo III, bajo el gobierno de Claudio II.
El emperador necesitaba de los jóvenes para cuidar las fronteras de su imperio en decadencia, y como los recién casados se negaban a alejarse, dispuso en el año 270 la prohibición del casamiento y la pena de muerte para quien violara su edicto.


Cuando lo descubrieron fue sentenciado a tres penas sucesivas: azotes, piedras y finalmente, decapitación. Entre una y otra sentencia, dio con sus huesos al calabozo donde conoció a Julia, una joven ciega, hija del carcelero Asterio, de la cual, se dice, Valentín se enamoró. La leyenda señala que el obispo la convirtió al cristianismo y que obró un milagro: Julia pudo ver.

Muchas felicidades en su día a todos los enamorados!
Y como yo soy una eterna enamorada del amor...
también me deseo mucha felicidad para mi vida amorosa!
BACI, STEKI.