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viernes, 11 de diciembre de 2009

RAHAMÍN

Mi maestro de ReiKi se inició en la Escuela Rahamín, en Villa Las Rosas, Córdoba (Argentina).

La palabra Rahamín proviene del hebreo bíblico y expresa una de las dimensiones con las que se alude al Amor Compasivo de Dios. De hecho, “rehem”, significa literalmente “útero”, con lo que su derivado Rahamín evoca la ternura de una madre por el fruto de sus entrañas. Es una palabra que remite a la intimidad, a la calidez, al cuidado, al hogar, a la emoción visceral que nace en el ámbito mismo donde se gesta la vida.
Para aludir al amor de Dios, la Biblia utiliza esta expresión: “He sido ‘tejido’ (bordado, dobladillado) en el ‘rehem’ de mi madre”. En la disputa que dos mujeres sostienen por la maternidad de un niño, Salomón discierne que la verdadera madre es aquella cuyas entrañas (rahamín) se conmovieron. Una madre no puede olvidarse del hijo de sus entrañas. No puede no amar a su hijo. Es una exigencia imperiosa del corazón. Es un amor que se hace paciencia hasta el extremo, compasión, comprensión infinita, perdón, gratitud.
Cuando la tradición budista, tan afín al ReiKi llegó a China, enraizó de inmediato y se fundaron monasterios dedicados a Avalokiteshvara que encarna la compasión y cuyos múltiples brazos simbolizan los miles de mundos que puede salvar al mismo tiempo. Avalokitesvara en China se llama Kuan-yin, y muchas veces aparece en los templos como figura femenina. Los primeros misioneros cristianos que fueron a China identificaron las figuras de Kuan-yin, que a veces sostienen un niño, con la Virgen María, creyendo que habían descubierto una forma nativa de cristianismo chino.
En la mitología occidental (grecorromana) nos encontramos con la divinidad Cura, diosa de la ternura servicial, a quien se le atribuye la misión de cuidar al hombre durante su peregrinar terreno. Cierto día, Cura, al atravesar un río, vio un poco de arcilla y comenzó a moldear la figura humana. Mientras meditaba sobre lo que había hecho, se le apareció Júpiter el dios del cielo. Cura le pidió que insuflara en aquella imagen el espíritu. Cuando Cura quiso dar su propio nombre a la criatura que había modelado, Júpiter se lo prohibió y le exigió que le pusiese su nombre. Mientras discutían, se irguió la Tierra y manifestó su deseo de que le pusieran su nombre pues la criatura estaba hecha con parte de su cuerpo. Pidieron entonces a Saturno que hiciera de árbitro y éste tomó la siguiente determinación que pareció justa a todos: “Ya que tú, Júpiter, le has dado el espíritu, recibirás este espíritu en la hora de la muerte y ya que tú, Tierra, le has dado el cuerpo, recibirás el cuerpo a su muerte. Pero puesto quien ha dado forma a la criatura ha sido Cura, quedará bajo su protección mientras viva. Puesto que están discutiendo acerca del nombre que han de darle, yo quiero que se llame Homo, es decir, hecho de humus de la tierra”.
En nuestros tiempos de tantas orfandades, cuando muchos experimentan el desamor lacerante, cuando detrás de la violencia del mundo se asoman los rostros humillados de tantos seres heridos aún desde antes de nacer, este Amor Compasivo con el que el mismo dios nos acaricia diariamente, se nos presenta como la tarea cotidiana para hacer de nuestra tierra el hogar donde todos encuentren abrigo, protección, sanación, consuelo.
Rahamín asume el valor principal del ReiKi que es el Amor Incondicional y Compasivo. Este valor atraviesa lo más vertebral de las grandes tradiciones, tanto de Oriente como de Occidente y se constituye en un punto privilegiado de encuentro entre ellas.

Que en Rahamín todos podamos experimentar
el abrazo del perdón, de la paz y de la sanación
que tanto necesitamos.
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